Estimada María:
Te escribo esta carta con toda la gratitud por la profunda transformación que has traído a mi vida y a la de mi familia durante los últimos años.
Durante mi etapa como estudiante, siempre me sentí inquieto, buscando incansablemente formas distintas de aprender que se adaptaran mejor a mi «Yo» verdadero.
El salón tradicional, con sus rígidos, ortodoxos y primitivos métodos, me parecían prisiones para mi espíritu curioso. Anhelaba un entorno donde pudiera explorar, crear y descubrir a mi propio ritmo, sin la presión constante de exámenes y evaluaciones.

Y entonces, un día te conocí. Método Maria Montessori, tu nombre llegó a mí como un rayo de luz en medio de la oscuridad. Los principios de aprendizaje libre, autodirigido y basado en el respeto por el niño me cautivaron desde el primer momento. Y eso me atrajo para tomar la decisión de incluir a mis hijos bajo tu enseñanza.
De haberte conocido antes, Montessori, mi camino como estudiante habría sido radicalmente diferente. Mis días en la escuela no habrían estado marcados por la frustración y el aburrimiento, sino por otros sentimientos que hubieran dado paso a mi camino por el conocimiento.
Gracias a ti, María, he descubierto el potencial que tienen como aprendices a mis niños. He aprendido a confiar en la intuición, a seguir mis intereses y a seguir desarrollando mi propio camino de aprendizaje en esta la vida adulta.
Eres más que un método educativo, Montessori, Eres una filosofía de vida que nos enseña a valorar la libertad, la independencia y el respeto por uno mismo y por los demás.
Gracias eternas.
Carlos, Ex Alumno «Tradicional» y actualmente Papá Montessori.