Querida María:

No fue fácil, lo confieso, luego de varias semanas buscando los espacios con las escuelas para grabar a los chicos, entre los permisos y los momentos de edición, por fin teníamos listo el video final llamado: “Olvida todo lo que crees saber sobre Montessori” un clip grabado por niños, guías, papás y ex alumnos de varias escuelas, donde la idea es invitar a la gente a que deje a un lado los prejuicios y se meta a un ambiente a conocer verdaderamente tu filosofía puesta en acción.

Claro, hubiera sido muy fácil pedirle solo a una escuela que me prestara a sus alumnos y guías para grabarlo, eso hubiera reducido tiempos y esfuerzos, pero en el espíritu de lo que queríamos lograr con este clip, estaba la hipótesis:

Será que un video grabado por niños de varias escuelas Montessori, no solo nos ayudaría a llegar a más personas con un mensaje unido, sino que, detrás de cada carita y de cada participación, ¿Lograríamos ver agazapada y expectante la potencia real de tu GRAN FAMILIA MONTESSORI?

Te podría cansar con las métricas de resultados alcanzados por el video en redes sociales, pero prefiero contarte un resultado mucho más profundo que alcanzamos, no con el clip, sino con el esfuerzo por tender puentes entre las escuelas.

Un día antes de terminar el video, mi abuelita inició ese maravilloso viaje a ese lugar donde viven para siempre las grandes historias. Seguro que la viste por ahí en algún lado. Era la recién llegada que corrió a tocar el piano junto a varios familiares que la esperaban ya de tiempo para armar una tarde bohemia de música y poesía. Nosotros nos quedamos velando su cuerpo aquí en la tierra, con esa paz que se asemeja al aroma de la flor que llena una habitación aunque ya no esté ahí.

Y entonces, fue que mi hipótesis se fue respondiendo, no por los “like” del video, sino por los mensajes, llamadas y acompañamiento de esta familia Montessori para hacerme saber que nos acompañaban en nuestra pérdida. Guías, compañeros, amigos y niños que enviaron sus condolencias por todos los medios para mostrarnos todo su cariño y apoyo, para hacernos sentir como el cubito pequeño de La Torre Rosa, apoyados en una sólida estructura ordenada y equilibrada para llegar lo más alto al cielo y despedirnos de nuestra amada abuelita.

Hoy, las hostilidades crecen en el mundo, la gente toma los atajos de la violencia y las columnas de gusanos hacia ninguna parte se multiplican para encerrar en sí mismas a las posibles mariposas (ver “Esperanza de las flores” Trina Paulus) pero en nuestras manos tenemos las herramientas que darán esperanza, una vez más, a esta delgada línea roja al final de la línea negra: La comunidad, la educación y los niños.