Querída María, 

Desde hace dos semanas he vivido una serie de experiencias maravillosas en esta aventura de contar las historias Montessori. Y es que he tenido la increíble oportunidad de grabar varias ceremonias de graduación para chicos que pasan de «Casa de los niños« a «Taller I« luego a «Taller II«, a Erdkinder (secundaria) y después a Caminantes (prepa).

Es increíble poder verlos de la misma manera que nos enseñaste, como una línea del tiempo dividida en etapas del desarrollo o tu famoso bulbo de los planos, pero con rostros y nombres concretos. 

Sentados en sus pequeñas sillas con elegantes vestidos y trajes extra chicos, los que hacía unos meses lavaban sus mesas y llevaban cubo a cubo la torre rosa a su tapete, ahora miran con curiosidad a los niños grandes, pues el ambiente de taller explota en planetas, bichos abiertos en canal y colores matemáticos en cuadros, estampillas y bolos. 

Sentados en sus sillas medianas, los chicos de Taller I ya han tenido una probada del cosmos. Ellos seguirán en el mismo ambiente, pero el material que los ha ido acompañando comienza a evolucionar y a enseñarles misterios aún más profundos. Frente a ellos los cubos rosas se convierten en fórmulas complejas, a los sencillos triángulos les salen catetos e hipotenusas y los reinos de la vida tienen subreinos con nombres interesantes para memorizar. 

Los chicos (no tan chicos) de Taller II suspiran mientras ven a los de adolescentes metidos en proyectos, trabajando juntos en la granja o reunidos para exponer opiniones y contrastar apasionadamente puntos de vista. Se ve en su mirada el miedo a no poder pertenecer a esos grupos, pero al mismo tiempo sienten la fascinación por identificarse y sumar.

Estos chavos desde su clan voltean ahora a ver a los más grandes, que parecen jóvenes independientes saliendo a la ciudad a trabajar en pasantías, a proponer proyectos que no solo buscan una calificación de los profesionales, sino un impacto real en el entorno, que van descubriendo sin miedo al error su lugar en la sociedad.

Al final, los jóvenes graduados de prepa son esos hombres y mujeres que voltean a la calle y se imaginan en las grandes universidades, o se ven explorando el mundo, emprendiendo o juntando experiencias para esa misión cósmica que les espera detrás de las puertas de su comunidad Montessori. Ahora el ambiente preparado que les espera tiene por techo el cielo y por material sus manos, su mente y su alma. 

Y en ese momento, querida María, uno de los papás invitados a la graduación que también es exalumno de la escuela, se me acercó para decirme: 

Le puedes sacar una foto a mi niña, es la bebé de nido que está entre las que van a pasar a «Casa de los Niños«.

Y en ese momento sentí como él y yo cerrábamos el círculo…