Querida María, 

Te juro que el corazón se me detuvo en el mismo instante en que vi por el retrovisor de mi carro, que la camioneta que nos seguía y donde viajaban guías y dueñas de escuelas Montessori, sin motivo aparente, dejaba de avanzar a la mitad de una apartada vereda a varios kilómetros lejos de la ciudad. De pronto se abrieron las puertas y para mi absoluto terror, algunas de ellas se bajaron corriendo para meterse por la hierba alta, como llevadas por alguna extraña fuerza hacia algo que yo no alcanzaba a ver. ¿Qué había pasado?

Pero bueno, me detengo en mi relato para darte un poco de contexto. Tú mejor que nadie sabes que desde que comenzamos a trabajar con varias escuelas, uno de nuestros sueños era organizar un evento para que juntos creáramos una campaña que impulse un mensaje de unidad Montessori.

Te confieso que no fue fácil, pues poco a poco nos dimos cuenta que entre las escuelas se habían abierto barreras de comunicación, derivado a temas muy diversos. Pero, como abejas que, sin darse cuenta, se van llenando las patas de polen al ir viajando de flor en flor, logramos crear un pequeño rastro polinizador y pudimos ver que más allá de cada historia negativa, había una gran narrativa que valía la pena rescatar y contar.

Entonces, luego de divagar por varios meses entre miedos e inseguridades, nos lanzamos a la tarea de convocarlas, una a una, con todo el cariño del que fuimos capaces, con muy altas expectativas y muchos nervios. Pero cuando recibimos la confirmación de asistencia de cada una de ellas y reconocimos esa voluntad por generar puentes, nos llenamos de esperanza con la idea de tratar de estar a la altura de lo que queríamos iniciar.

Así fue que nos invitaron a realizar la reunión en el proyecto de la secundaria MAP que se encuentra a 40 min de la CDMX y que es un lugar hermoso, enclavado en el bosque y que serviría indirectamente como una especie de retiro. Nos quedamos de ver en un punto y de ahí, me fueron siguiendo hasta llegar a un pequeño trecho de terracería que se cruza para llegar a la granja de MAP y en el cual hicimos esta extraña parada que relaté al inicio.

Me bajé del carro asustado para ver que había pasado y cuando llegué al punto, pude ver a las guías entusiasmadas, tomándole fotos a una enorme y preciosa telaraña que se extendía entre dos plantas, formando una obra de ingeniería digna de admirar.

Entonces, pude ver la maravilla y la sensibilidad que habita en los ojos de quienes han aprendido a mirar como tú nos enseñaste María. Pude ver que valía la pena parar en el camino, para tomar una fotografía a algo tan bello y seguramente, llevarla a los niños de sus ambientes con la esperanza de ver esos ojos enormes, sorprendidos, por lo que la naturaleza puede lograr.

La caravana continuó y llegamos sin problemas a la granja. Allí pudimos compartir historias, sueños y ensaladas junto al fuego de una chimenea, que es el mejor lugar para las grandes narraciones.

Llegado un punto, hicimos justo una dinámica donde creamos una telaraña a partir de un ovillo de estambre en la que cada una de las guías, representando a escuelas antes distanciadas, tomaron un extremo como señal de unidad en nuestras historias, con tu foto María al inicio del ovillo, pues tú eres el origen de todo esto y los niños al final como el camino que nos invitaste a seguir.

Y es que, imagino que así funciona en parte tú idea de educación cósmica. En esa capacidad de ver la delicadeza con la que se construyen las telarañas y poder aprender de ellas para realizar este esfuerzo por crear una red de escuelas unidas, que puedan alzar la voz y así explicarle con mayor claridad a la sociedad moderna lo que tú propones para los niños en cada ambiente Montessori.

Sé que faltan un montón de voces para sumar. Sé que la red se puede hacer inmensa como esa que observamos a la orilla del camino. Enséñanos a tener la fe de la araña para saber que la construcción no es fácil, pero que existen muchas otras arañas en sus propios esfuerzos y que seguro nos encontraremos para hacer la red más grande.

Gracias por leerme María.

Me emociona saber que pronto te seguiré compartiendo las aventuras de estas arañas constructoras, inquietas y curiosas.